No deja de ser sorprendente encontrarte frente al nombre de un paraje, que físicamente parece haber desaparecido de los términos en los que debiera hallarse. Tal cual se presenta, si vuesa merced deseara indagar sobre el denominado "Val de la Matanza" (1), mencionado tanto en papeles de Auñón como de Berninches, desde el siglo XIV. Pero, como ya reconocen por aquellas añejas crónicas, ni unos ni otros saben dónde está... ¿Es posible la desaparición sin dejar rastro de un terruño?. ¿Queda pues en el lugar que debiera haber ocupado un agujero negro, una sima quizá que conecte con el centro de la Tierra...? "¡Quiá!", que dirían por nuestra mojonera, sin tener siquiera que leer a Descartes. "Nada desaparece, solo se transforma". Para tirar del hilo de esta irrefutable conclusión, debemos en primer lugar situarnos geográficamente. El misterioso Val, debiera de hallarse frontero entre los términos de Auñón y Berninches, a tenor de que parecen por los escritos detentar su posesión ambas villas. O bien que en su extensión, incluyera parte de terreno de sendos términos. Esto nos acota la búsqueda a la mojonera que comienza por la Peñuela, y discurre por los altos de Valdepedro y el Molar, hasta más abajo del Cominar, ya en la vega del Arlés.. Para entendernos, casi 6 kilómetros de linde, en busca de un val o vallecillo. Con ciertas connotaciones, y algún comodín (el del legajo y la tradición oral) en la búsqueda.
martes, 21 de junio de 2011
martes, 14 de junio de 2011
Once moros
Casi una docena de árabes, costó Berninches. A partir del establecimiento de la Orden de Calatrava en el centro peninsular, fué ganando músculo a costa de permutas y donaciones (reales o papales ) que acabaron confiriéndole un poder de primera magnitud. Para el caso que nos ocupa, se eligió la antigua Çorita (hoy Zorita) como centro de dominio territorial en la zona, dada su estratégica situación a orillas del Tajo, con un puente que comunicaba las alcarrias con la recién conquistada Cuenca. La vigilancia de aquél paso resultó crucial desde tiempos visigodos, tomando el relevo de la vecina y ya arruinada Recópolis, que ejercía por entonces de centinela en el tránsito hacia el Levante. En la cima de su cerro, aprovecharon un castillo imponente en el que albergar a los caballeros o freires de la Orden, e irradiar desde allí su poder religioso, político y militar. Zorita constituyó la delegación para las tierras de las alcarrias de los mandamientos de la sede madre, en el castillo de Calatrava; y aún de Salvatierra, cuando la plaza fuerte manchega cayó momentáneamente en manos almohades. El sobrenombre "de los Canes", cuentan le viene por las jaurías de perros propios de la Orden que rondaban a los pies de sus murallas, a modo de centinelas.
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martes, 7 de junio de 2011
Huete y Monsalud
Cuando en 1124 se escriben los poblados de la tierra de Zorita y Huete que Alvar Fáñez, mano derecha de Rodrigo Díaz de Vivar, tenía para la Corona de Castilla; no figura Berninches en la relación. Quizás por ese minimalismo que suponía ser por entonces una humilde granja, frente a villas y lugares que ya mantenían o iban adquiriendo un notable prestigio en pleno Medioevo. Uno de ellos era Huete, que acabó tomando el relevo a Santaver como plaza fuerte de la comarca junto a Uclés y Zorita por aquella cuenca del Tajo. Sin tener constancia hasta la fecha por escrito alguno, son bastantes los doctores medievalistas como Plácido Ballesteros (1) que suelen inclinarse a la opción de que la granja de Berninches se mantuvo adscrita durante estos primeros dos tercios del siglo XII al alfoz de Huete. Por “alfoz”, entendemos el conjunto de pueblos o barrios que dependen de otro principal, si bien el profesor Jose Mª Sánchez Benito extiende los tentáculos norteños de Huete en esta época hasta Alocén, sin incluir en ellos a Berninches (2).
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Luismi
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