martes, 14 de junio de 2011

Once moros

Casi una docena de árabes, costó Berninches.  A partir del establecimiento de la Orden de Calatrava en el centro peninsular, fué ganando músculo a costa de permutas y donaciones (reales o papales ) que acabaron confiriéndole un poder de primera magnitud. Para el caso que nos ocupa, se eligió la antigua Çorita (hoy Zorita) como centro de dominio territorial en la zona, dada su estratégica situación a orillas del Tajo, con un puente que comunicaba las alcarrias con la recién conquistada Cuenca. La vigilancia de aquél paso resultó crucial desde tiempos visigodos, tomando el relevo de la vecina y ya arruinada Recópolis, que ejercía por entonces de centinela en el tránsito hacia el Levante. En la cima de su cerro, aprovecharon un castillo imponente en el que albergar a los caballeros o freires de la Orden, e irradiar desde allí su poder religioso, político y militar. Zorita constituyó la delegación para las tierras de las alcarrias de los mandamientos de la sede madre, en el castillo de Calatrava; y aún de Salvatierra, cuando la plaza fuerte manchega cayó momentáneamente en manos almohades. El sobrenombre "de los Canes", cuentan le viene por las jaurías de perros propios de la Orden que rondaban a los pies de sus murallas, a modo de centinelas.


Acomodados ya los caballeros en el enclave, el jefe superior de la Orden (maestre) rubricó en 1189 contrato con el abad por entonces de Monsalud, Raimundo, mediante el cual convenía la venta de 11 moros (posiblemente prisioneros de guerra) por la tenencia de la alquería de Berninches:

"Notum sit ómnibus hanc cartam legentibus quatenus Raymundus Montis-Salutis dictus Abbas Consilio et asensu sui conventus de querela quam habebat de Magistro atque conventu fratrum Calatravensium de grangia de Barninches habuit concordiam tali pacto quod predictus Magister Calatrave pro predicta grangia darte ei undecim sarracenos. Huius rei testes sunt Abbas Sancte Vía Abbas Horte. Abbas Vallbone. Didacus Blascus. Ego Raimundus Abbas cum priori et conventu meo hanc cartam feci et confirmo et corroboro."(1)

"Undecim sarracenos" valió pues la granja de Berninches (o Barninches), sin definir más en aquella transacción. Y, aunque el disertar hoy en día sobre un precio ofreciendo seres humanos como moneda de cambio, resulta de hecho anacrónico y hasta cruento; no parece por esa cantidad de 11 esclavos al trueque, fueran las casas compradas ni muchas, ni pujantes. La explicitación sólo de Berninches en el contrato, podría dar pie a pensar que las casas próximas de El Collado permanecían ya en poder de la Orden desde dos años antes de este tratado de 1189, merced a la bula papal de donación a la Orden expedida en 1187 y que sí las nombraba implícitamente ("las casas del Collado de Berninches"), junto a otras posesiones alcarreñas. En este apartado, cabe hacerse algunas preguntas, en torno a la dicotomía Berninches-El Collado. La ambiguedad con que fueron relacionados estos enclaves, unido al vínculo inseparable entre ambos en las citas, han provocado no pocas teorías entre los cronistas, desde Rades y Andrada (2), hasta Plácido Ballesteros, pasando por Juan Catalina o Herrera Casado entre otros. Teorías que áun permanecen sin resolver y que, probablemente, tampoco puedan ser resueltas... ¿Qué fué primero, Berninches o El Collado?. Los documentos antiguos, no son capaces de sacarnos del atolladero, teniendo en cuenta que la primera vez que constamos en los archivos, allá por el antes mencionado 4 de noviembre de 1187 merced a una segunda bula papal, se citan las posesiones de Calatrava en "El Collado de Berninches"(3). Tenemos la certeza entonces, que ambos lugares ya existían por aquella fecha, si bien el primero parecía dependiente del segundo a tenor de la sintaxis de la frase. En próximos capítulos relativos a El Collado, trataremos con mayor extensión esta incertidumbre.

Volviendo a Berninches en sí, como núcleo poblacional -quizá originario en las villas romano-visigodas, posteriormente alquerías árabes o bien granjas reutilizadas o erigidas en tiempos de Reconquista-, nos hallamos con que su control ha pasado a manos de la poderosa orden de Calatrava. Suponemos que el proceso de cambio no debió de ser traumático, entre los escasísimos habitantes de la cabecera del Arlés medieval. A las familias originarias, o conversos empleados en, como diría Juan Catalina, el laboreo de aquellas lomas y valles, no habrían de sacarles de su credo el cambio de señor. Si antaño los monjes cistercienses le hablaban de San Benito y su regla de vida, ahora los calatravos (monjes también en una mitad, no lo olvidemos) se dirigirían en idénticos términos. Así mismo, el culto mariano que aquellos comenzaron a difundir por toda Europa, hasta entonces olvidado o silenciado, lo adoptan también entre su iconografía y advocaciones, los freires de la Orden. Se nos plantea pues una transición totalmente integrada, a tenor de que ambas congregaciones compartían regla de vida y, llegando a tal grado de vinculación sendas instituciones en el caso alcarreño, que pocos años después el propio maestre de Calatrava, sería sepultado dentro de los muros de Monsalud (4). Tal vez estos lazos tan fuertes de filiación entre cistercienses y calatravos, permitieran la supervivencia y el respeto a la "evangelización toponímica" que los monjes blancos llevaron primeramente a cabo por esta tierra. Llegando incluso posteriormente a levantar las iglesias, y por ende modelar en cierto aspecto la imaginería local, en advocaciones marianas que señalaban bien a la Virgen del Collado, bien a Santa María de La Golosa, o bien a Santa María de Berninches (5). Santas y vírgenes que, recordemos, irrumpieron con fuerza a partir del siglo XI en la iconografía cristiana, impulsadas por los cistercienses franceses. Especialmente por su alma mater, Bernardo de Claraval, cuya devoción por la madre de Jesús posibilitó que fuera llevada al arte de la pintura y escultura, adornando retablos, parteluces y tímpanos. Conviene recordar que en un tiempo donde la lectura era nula, sólo privilegio de monjes y algunos nobles, la mejor manera de hacerle llegar un mensaje a los feligreses, radicaba en la decoración e imaginería mostrada en su templo. Eran los ojos de los fieles, donde radicaba gran parte del sermón. La parte más contundente, clara e impresionante, a través de ese colorido y magnificencia que envolvían a sus figuras místicas.

Definitivamente empapadas en la regla benedictina y sometidas a la voluntad de Calatrava, tanto las casas de Berninches como las que relatan en El Collado, pasan a depender de la "cabeza de partido" de la Orden en la margen izquierda del Tajo: Zorita. Será precisamente desde este enclave estratégico, donde en centurias venideras los caballeros calatravos se ocupen de administrar la zona conforme a sus preceptos, en sintonía con la realeza. Los monarcas castellanos, a través de concesiones, repartirán entre órdenes y arzobispados gran parte de los terrenos ganados al Islam; depositandolos en manos de poderosos caballeros y clérigos de confianza. El rey establecía pues ese vínculo de "dar (tierras y mano de obra) y recibir (ayuda militar, económica y política)", tan en uso durante la Edad Media, que supondría a la postre el germen mismo del feudalismo. El vasallaje, comenzaba a tomar otra forma a la empleada hasta ahora por la cuenca del Arlés. Y a sus pechos, se desarrollarán tanto los caseríos de Berninches como los del Collado, además de La Golosa como vértice de cierre en el triángulo del término municipal actual. Con suerte dispar en cuanto a su población y recorrido, como veremos en sucesivos capítulos.


(1)  GARCÍA, Juan Catalina. "Relaciones topográficas de la provincia de Guadalajara: Aumentos- Córcoles-" Edita Real Academia de la Historia. Madrid, 1903-1915. Si bien el autor confiesa en su día desconocer de dónde sacó esta nota en latín. No obstante, consta en el AHN (Archivo Histórico Nacional), OO. (Órdenes) MM. (Militares), Registro de escrituras de la Orden de Calatrava, I, sign. 1341 c, fol.111.

(2) GARCÍA, Juan Catalina. "Relaciones topográficas de la provincia de Guadalajara: Aumentos- Berninches-"  Edita Real Academia de la Historia. Madrid, 1903-1915, discrepando del trato de "pueblo" que al Collado le otorga la crónica del fraile calatravo Francisco de RADES Y ANDRADA en su obra "Chronica de las tres órdenes y cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara..." (Toledo: J. de Ayala, 1572), y mediante el cual niega de la conclusión a la que llega Rades de que El Collado hubiese sido en alguna ocasión siquiera pueblo.

(3) Repetimos cita, pues supone el eje de la investigación medieval al tratarse de la primera mención escrita tanto a El Collado como a Berninches: "... Castellum de Almoguera cum portaticis, quintis, aldeis et allis pertinentiis suis. Ballaga, cum pertinentiis suis. Almonaciz, cum suis pertinentiis. Ounnon, cum sus pertinentiis. Casas de Collado de Berninches, et Huebra, cum pertienntiis suis..." en la obra de MUÑIZ, Roberto. "Médula histórica cisterciense: Origen, Progresos, Méritos y Elogios de la Orden de Císter"; , Valladolid 1788-91, 8 volúmenes.

(4) En 1202 fallece el por entonces maestre de la Orden de Calatrava, don Nuño Pérez de Quiñones, y es enterrado en un nicho bajo un arco de piedra en el claustro de Monsalud, bajo el epitafio: "Aquí yace D. Nuño Pérez de Quiñones, quarto Maestre de Calatrava". Poco después serviría también aquél sagrado lugar para dar sepultura a don Sancho de Fontova, maestre a la sazón de Calatrava. El enterramiento en Monsalud de dos insignes apellidos de la Orden, demuestran la afinidad que Calatrava mantenía con la abadía alcarreña del Císter y, por extensión, con todo el movimiento nacido en Citeaux.

(5) "Santa María de Berninches" fué el "antepasado" de la actual iglesia, "Ntra. Sra. de la Asunción", hasta que ésta fué levantada durante (suponemos aún) la primera mitad del siglo XVI, aprovechando parte de la arquitectura de aquella. Si bien se cambió su fisionomía y magnitud, prosiguió su advocación al culto de la Virgen María, bajo la variante de la Asunción.

5 comentarios:

Marlop dijo...

Esto se pone interesante. 11 moros por una "Villa".. extraño pago

Luismi dijo...

Desde luego, es cuanto ni menos peculiar. Supongo que les vendrían muy bien esas 22 manos de obra a las huertas y ganados cistercienses de Monsalud.
Como dato comparativo, tenemos que en 1178 los hermanos Martínez, hijos de Martín, venden Auñón y sus heredades a la Orden por 1.000 libras de oro.

Sería cotejar si un esclavo valía casi 100 libras de oro por aquellos tiempos... Aunque sospecho que Auñón tenía más término y beneficio en la venta que Berninches.

Un abrazo.

Marlop dijo...

Buena aportación

Ten cuidado no extiendas demasiado esta info, ver si se van a enterar estos del "mercado" alias FMI, BCE, o TIA.. y empiezan a hipotecar y especular con "ciudadanos" ;-)

Oscar dijo...

Que curioso, 11 moros.
Llama mucho la atención como se trataban antes los negocios.
En verdad que en un principio se me hace barato, pero pienso que en aquellos tiempos unas manos fuertes eran más preciadas que otros menesteres. Uy se me está pegando el deje..
Me imagino en aquellos tiempos como sería la vida por esas cuestas que tanto hemos subido y bajado, por cierto yo aprendí ahí que si lo haces haciendo "eses" es bastante más llevadero.
Muy interesante esta biografía por artículos !

Luismi dijo...

Hablando de imaginar, el domingo subí por la senda que cruza por el Monte de Enfrente y lleva al Llano Lahorca. ¿Cuántos habrán subido por ahí pensando que era su último camino, hasta que llegaran al pie de un buen roble, con una buena primera rama donde echar el lazo?.

En Castilla se ahorcaba a los reos mucho antes que lo hiciera John Wayne y sus boys... Lo que pasa es que la tele y el marquetin, se nos han dado de pena...

Saludos.

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