lunes, 14 de noviembre de 2011

Las visitas: El Collado en 1459

La comitiva serpentea por uno de los caminos de la Alcarria Baja. Va encabezada por un caballero profeso de la Orden de Calatrava, acompañado de un freile, como delegados del Maestre de la Orden en una misión periódica que vela y revisa las posesiones que Calatrava tiene por aquellos pagos. La silueta de los caballeros, montados sobre sus rocines por cuyas grupas caían los pliegues de una capa negra grabada con la emblemática cruz en rojo, se recortan sobre el paraje alcarreño. Las flores de los almendros y cerezos, las primeras margaritas poniendo color a los retazos de hierba, denotan que la Primavera ha agarrado por la solapa a la cuenca del Arlés. Cabalgan de un pueblo a una villa, y de allí a otra, en una labor de policía que ejercen en las encomiendas y propiedades de la Orden. Nos hallamos en el año 1459, y hombres y bestias se aprestan a abrevar, tomar almuerzo y cobijo en la mansión señorial del comendador de Auñón y Berninches: El Collado.


Después de más de 500 años, de sobrevivir a tres guerras civiles, a cada uno de los días en que una lumbre podía encendersee con aquél preciado y escaso papel, al paso de mano en mano y de ojos en ojos, a los pescaderos del mercado que veían en el pergamino un material incluso más excelente que la estraza para envolver su género... Nos llega la primera acta de revisión de la Orden de Calatrava en Berninches. Se sucederán, por fortuna, muchas más, hasta su ocaso a finales del siglo XVI. Son testimonios capitales para entender cómo era Berninches por aquellos tiempos, pues a través de la función de vigilancia que los calatravos establecieron por medio de sus "visitas", aflora en parte la vida cotidiana del pueblo, su pulso en sí . Dichas actas suponen una fuente de datos imprescindible para entender la irrupción de Berninches en la Edad Moderna. Y desde este modesto lugar, queremos agradecer la labor de recopilación que respecto a la comarca llevaron a cabo los historiadores Francisco Fernández Izquierdo, Ángeles Yuste Martínez y Porfirio Sanz Camañes, autores de la obra "La Provincia de Almonacid de Zorita en el siglo XVI" (1), que nos servirá de "guía espiritual" para afrontar la información relativa al pueblo, tanto de la segunda mitad del siglo XV, como de los tres primeros cuartos del siglo XVI. Época que coincidió con el ascenso y máximo apogeo de la villa como atestiguan, no sólo los censos demográficos, proliferación de cofradías o excelentes producciones agrícolas; sino también el legado de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un tan recio como grandioso templo que dá fé del potencial de Berninches por aquellos años. Para el último tercio del siglo XVI (tiempo en el que se estima se concluyó la nueva iglesia), Berninches sobrepasaba holgadamente el millar de habitantes; cifra a la que posterior ni anteriormente, nos consta había ni, obviamente, ha llegado. Así pues, conviene remarcar que la época de las visitas coincidió con el esplendor de la villa en todas sus manifestaciones.

Decíamos que los miembros de la comitiva, habían echado pie a tierra. Sus cabalgaduras serían atendidas por los siervos del señor del palacio, estabulándolas y ofreciéndoles rica avena con la que reponer sus fuerzas. Los dos caballeros delegados del Maestre, quedarían a las atenciones de su homónimo, el Comendador del Collado, y este a su vez se pondría a disposición de aquellos para atender cualquier solicitud que estimasen. Se contarían infinidad de sucesos, aspectos, opiniones, valoraciones, anécdotas... Pero sólo nos ha llegado hasta ahora una escueta nota en pergamino, donde se viene a contar en este año de 1459 en que Berninches se hallaba en pleno proceso de villazgo:
"En la visita al Collado se comprobó la necesidad de reparar el atrio de la capilla, tanto la bóveda como la techumbre de madera, que estaba a punto de hundirse. Junto a la iglesia estaba una casa que mandó construir el comendador frey Luis Contreras, y que fue derribada en su mitad por el comendador frey Gonzalo de Lucio. De la mitad que quedaba se conservaba una cámara con un portal delante y una saleta, y sobre ella otra cámara con otra portal corredor, "obrado de yeso pardo e enmaderado de madera de pino parda e cubierto de teja". Junto a ella había una "casa cocina armada colgadizo", dotada de horno, cubierta de tejas , con sus puertas y cerradura. Al otro lado había un establo, también colgadizo, pero cubierto de carrizo en lugar de teja. Alrededor de la casa había tres patios pequeños, a modo de huertos, plantados de árboles y cercados con tapias. En uno de ellos había un "pilarete" pequeño de piedra labrada y otro igual en el patio de la casa (2)".

A tenor del documento, tenemos en pocas líneas un torrente de información respecto al lugar. Empezando por esa capilla (que debió de ser tal desde algún siglo antes) con su atrio reformado. Las obras en la ruinosa bóveda y techumbre nos indican que, efectivamente, la construcción databa de unos decenios más atrás, incluso bastantes si la reforma no procediese de la obra original, sino de  otra reparación anterior. Anexa a la iglesia, relata que existía una casa que el comendador anterior, frey Luis de Contreras, mandó construir. Es posible que la ubicación se corresponda con la actual, si bien en unos términos arquitectónicos distintos a los que se conservan actualmente. De hecho, ya nos indica que frey Gonzalo de Lucio (pudiera ser el comendador para 1459, o al menos entre 1450 en que la disfrutaba Luis de Contreras y 1459, fecha de la primera visita)derribó la mitad de ella, para amoldarla a su gusto: con horno y un establo techado de cañizo. En derredor, imaginamos que por la fachada sur según refleja la tradición oral y alguna cita escrita posterior, se articulaban tres pequeños patios que harían las funciones de huerto, jalonados con sus correspondientes árboles frutales y cercas. Uno de ellos, además, tenía un pilarete pequeño de piedra, cuyo gemelo descensaba también en el patio propio de la mansión señorial.
No conviene dejar pasar que uno de los comendadores mencionados es frey Luis de Contreras, aquél "benefactor" que vimos en 1450 donando sus posesiones del Collado, la Golosa y Berninches, al concejo de éste. La reseña de esa "casa nueva que mandó construir", junto con la acción de regalo en censo enfiteútico de sus heredades, pone de manifiesto la idea generalizada que iba tomando cuerpo por aquella época de que el caballero se retirase a sus palacios, dejando las labores más eminentemente rurales en manos de las nuevas villas que iban surgiendo, cada vez con mayor autonomía respecto a los señores feudales. Un nuevo tiempo iba colocando a estos terratenientes en palacios y mansiones, desatándolos de los controles ordinarios que pasaban a manos del gobernador. La nobleza, pues, comenzaba a jugar un papel más cortesano, y sus implicaciones y responsabilidades respecto a sus feudos y tenencias decaían conforme la autoridad real comenzó a hacerse más fuerte. No nos podemos mantener ajenso al movimiento centralizador que se produjo en España con la llegada de los Reyes Católicos. El inmenso poder que las órdenes militares mantenían por entonces sobre Castilla y Aragón, suponía un problema para la autoridad real que ambos monarcas supieron atajar y, en cierto modo, domesticar. También para la insigne Orden de Calatrava, tanto montó como montó tanto, Isabel como Fernando.




      Recreación virtual del Collado a finales del siglo XIV; al fondo, Berninches.

(1): FRANCISCO FERNÁNDEZ IZQUIERDO, ÁNGELES YUSTE MARTÍNEZ Y PROFIRIO SANZ CAMAÑES, La Provincia de Almonacid de Zorita en el siglo XVI, Instituto de Historia CSIC, Madrid 2001.
(2): A.H.N. OO.MM., leg. 6109, nº 10 f. 327 r-v. Viernes, 4 de mayo de 1459.

3 comentarios:

Marlop dijo...

como siempre una estupenda escenificación y explicación de una parte más de nuestra pequeña gran historia Villana..

Un abrazo!!

La Madriguera dijo...

Enhorabuena por el blog con sorprendentes recreaciones fotográficas que parecen reales. Cómo aficionado a las fortificaciones me fustaría saber si queda algun vestigio de la Torre de Berninches y de la Cerca de San Cristobal que rodeaba la ermita del mismo nombre. Muchas gracias y adelante.

Anónimo dijo...

Juan LLamazares Díez, sóilo busca dinero como todos.

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